Compartir la diferencia

Compartir la diferencia

Los procesos para encontrar puntos en común en el magma de la diferencia supone una de las mayores barreras para la comunicación y, por tanto, convivencia en los espacios musicales.

La Banda, como una de las agrupaciones arquetípicas de la diversidad, constituye un referente en la reconstrucción de una polarización afectiva que deviene ya no tanto en la falta sino en la calidad de comunicación entre sus miembros (músicos, directivos y masa social) y de estos con su director o directora.

Hemos dado por habitual la convivencia con otras violencias menores. El apego emocional, la argumentación sin criterio, las conversaciones con sus malentendidos y, sobre todo, la impunidad con la que se evade la voluntad de ser más aprehensibles con la idea ajena.

Cada vez es mayor la resistencia a la disposición de sociabilizar con otras personas del mismo hábitat al construir la comunicación sobre la emoción más que sobre lo racional.

En la era de la hiperconectividad, intercomunicación y multisociabilidad se hace más difícil escuchar y, por tanto, empatizar con la opinión que nos es revelada a través del diálogo. Al tiempo que sumamos amigos virtuales restamos calidad en las relaciones naturales privando con ello a una mayor asunción de los resultados comunes.

Una Banda es un compendio de identidades que deben ser atendidas. Para ello, conviene la reflexión profunda, el cocimiento de los medios a través de los cuales podemos definir patrones o perfiles que nos permitan a los directores y directoras detectar y, por tanto, solventar cualquier conato de interpretación arbitraria que un asunto en apariencia intrascendente puede conllevar a la ruptura de las relaciones humanas y con ello el resultado musical comúnmente perseguido.

Cuanto más improbable es el par mayor obligación tenemos de servir a la escucha externa más que a la interna. Es decir, la posibilidad que nos da una persona situada en una realidad identitaria diferente nos da la oportunidad de emanciparnos de nuestros prejuicios y miedos para que tender puentes de comprensión y de representación identificativa.

¿Cuáles son las necesidades básicas a la hora de comunicarnos eficientemente con los músicos de la Banda? ¿Cuáles las que nos permiten la sensatez de la escucha y la identificación con el contrario?

La herramienta más ferozmente eficaz es apagar el ruido interior para escuchar el mundo con atención. Saberse en riesgo de no tener razón, aceptar la argumentación venga de donde venga, permitir la expresión natural de quienes compartimos espacio musical y, por tanto, vital. Si todos somos el problema, si todos somos „otros“ de alguien también somos la solución.

Tener diferencias es un hecho de la vida absolutamente infranqueable. Vivirlo como una oportunidad de mejora redunda en un mundo un poco mejor.

Crear un compromiso simbólico para abandonar la queja y auto declararse agentes de transformación de la conducta estructural en un colectivo como la Banda.

En palabras de María Emilia Correa „disfrutemos del privilegio de trabajar juntos por encima de la necesidad de estar de acuerdo“

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