- ¿Afinador u oído?
- El mito del oboe
- La vs Sib vs Mib vs…
- Afinar acordes
- Afinar escalas
- El arte del solfeo
- Co-responsabilidad del músico
Afinar una Banda es una de las tareas más complejas en la labor del director o directora. Es, además, la práctica menos transitada y tenida en cuenta de manera esporádica: pre-concierto, directores invitados, etc.
De todos los ítems que participan en la creación bella del sonido: empaste, color, equilibrio tímbrico, sincronización rítmica, gestión de las dinámicas, creatividad en las agógicas…. la afinación es la menos tenida en cuanta aun siendo que todos los aspectos mencionados dependen en última instancia de esta.
Lo cierto es que una Banda de perfil amateur (ya sea amateur pro, amateur beta o académica/social) ofrece una resistencia quasi natural a un proceso de afinación satisfactorio. Una Banda es un ecosistema social maravilloso y singular: diferentes edades, ideologías, credos, sectores laborales, niveles socio-económicos… conviven con el único y compartido objetivo de la Música.
Esa diferencia redunda en el orgánico o instrumental disponible por parte de los músicos. Desde instrumentos de máxima calidad hasta otros de funcionalidad educativa. Por tanto, este crisol de calidades organológicas conlleva una dificultad extra a la hora de lograr una entonación fina adecuada al uso del repertorio.
La afinación es un trabajo que debe desarrollarse en todos y cada uno de los ensayos ajustándolo a las necesidades del repertorio a interpretar. Del mismo modo que corregimos notas, ritmo, dinámica, o agógica, la afinación ha de ser una alusión recurrente por parte del director o directora.
¿Cuál es la razón última en virtud de la cual la afinación de la Banda es un aspecto secundario en la organización de los ensayos? Si no es el director o la directora quien le da el valor necesario, ¿se conseguirá tener un hábito adecuado para la búsqueda de este ítem de belleza? ¿Qué directrices debe gestionar el director o la directora para una correcta, eficaz y creativa de la afinación de la Banda? Trataremos de desvelarlo en este artículo.
- ¿Afinador u oído?
La tecnología es un factor a tener en cuenta en todo proceso humano y la Música no es una excepción. La propia evolución de los instrumentos así lo constata. En cuanto al uso del afinador cabría destacar el acomodo auditivo que conlleva si delegamos la correcta afinación al movimiento pendular de una aguja o de la satisfacción al ver la luz verde.
La Banda puede estar perfectamente sincronizada con el afinador, podemos -incluso- corregir las diferencias en cents de los instrumentos más agudos y de los más graves y no por ello conseguir una afinación suficiente puesto que la afinación se produce por empatía con otros instrumentos. La afinación del instrumento no es un fin en sí mismo.
Por lo tanto, es recomendable instruir y acostumbrar a los músicos a una búsqueda del sonido ensamblado a través de la apreciación auditiva a través del ejercicio proactivo del director o directora.
- El mito del oboe
La tradición otorga al oboe la responsabilidad del ajuste de la afinación mediante el ejemplo sonoro del la3. Las razones que se esgrimen son dos, a saber: sonido penetrante y por tanto apreciable por toda la agrupación y por su ubicación en el centro mismo de la orquesta sinfónica.
Ninguno de los dos argumentos se sostiene en tanto que instrumentos de sonido penetrante hay más y la ubicación del oboe puede cambiar en función del ensemble. Y en el caso que nos ocupa, la situación del oboe en la Banda es normalmente periférico.
A este argumento hay que sumar que el oboe es un instrumento minoritario en la sección de madera de la Banda y no siempre podremos contar con un músico profesional o amateur pro de este instrumento, con lo que la supuesta estabilidad del sonido emitido no estará garantizada.
- La vs Sib vs Mib vs…
Otra cuestión no menor es la elección de la nota de referencia sobre la que se edificará el discurso armónico en la afinación de la Banda. Excusado el oboe, no hay razón alguna para insistir en el la3 como nota de afinación.
A tenor de la construcción de los instrumentos de la Banda, la respuesta armónica de estos es siempre más favorable con referencia a notas bemoles. Así, la construcción de un ámbito armónico desde el sib será más eficaz a la hora de construir un primero esquema sonoro en conjunto.
Por tanto, una opción eficaz en la búsqueda sonora sería la de afinar desde el sib de trompas (mecánicamente fa) y trombones. A estos instrumentos se les sumará una quinta natural ascendente (importante distinguirla de la quinta temperada) mediante el concurso de clarinetes, saxos tenores y trompetas ofreciendo un fa (mecánicamente sol).
Una vez ajustada la quinta prescindiendo como se ha dicho de afinador electrónico y estimulando el entrenamiento auditivo, buscaremos la quinta natural descendente con el mib en tubas y bombardinos para añadir finalmente a saxos altos y barítonos (mecánicamente do).
Dentro de este contexto mib-fa-sib, introduciremos la participación de flautas con la nota re4 y del oboe con la3 ofreciendo una gran disonancia cuya tensión reactive el ajuste.
- 4.Afinar acordes
Con este contexto estructural, procederemos al trabajo de acordes. Una vez que las quintas naturales son apreciadas en su diferencia con las temperadas (las del piano), se introducirán las terceras mayores y menores.
En el mismo ámbito de afinación natural -sin ahondar en cuestiones acústicas más complejas- haremos notar sensitivamente a los músicos que la tercera mayor es más reducida de lo que es en el sistema de temperamento igual. Así mismo, las terceras menores son -por el contrario- más amplias que las que ofrece el piano.
Un perfecto engranaje de los armónicos favorecerá un mayor volumen, mayor equilibrio y solvencia en el proceso sonoro.
- Afinar escalas
A la hora de realizar ejercicios melódicos, conviene trabajar a fondo los conceptos mencionados de la afinación natural. Por lo tanto, tendremos en cuenta las distancias tanto de las quintas, terceras mayores y menores como de los tonos grandes y tonos pequeños, esto es, afinando más altos los tonos ubicados entre los grados I-II y V-VI de la tonalidad interpretada.
Nuestro sistema musical está basado en la concatenación de quintas que suscitan un contorno estético, sensitivo y conceptual sobre el que edificar el discurso sonoro. Un gran porcentaje de la música que las Bandas acometen está dentro de este contexto. No obstante, es muy recomendable explorar otras experiencias fuera de la tonalidad.
- El arte del solfeo
En la evolución pedagógica en la enseñanza de la música el gran perdedor ha sido el solfeo (ahora, lenguaje musical). Tradicionalmente, los músicos de una Banda ya fuesen profesionales o amateurs, han ostentado un dominio del solfeo cuanto menos aplicado a la clave, textura y tesitura de su instrumento.
Cada vez es más difícil que los más jóvenes puedan solfear con solvencia, entiendo esta la aplicación de entonación fina, rítmica, fraseo e interpretación.
Si un músico no puede “cantar” su parte difícilmente adquirirá una solvencia en la afinación. Los directores y directoras, por tanto, harán bien en estimular y fomentar el solfeo como paso previo a una correcta afinación del conjunto.
- Co-responsabilidad del músico
Si bien la responsabilidad que una Banda esté correctamente afinada, la participación del música es esencial.
La afinación no depende de una combinación mecánica, una posición o articulación (se incluye a la percusión) estática, sino de la búsqueda auditiva a partir de una posición determinada.
El director o directora deberán estar pendientes de que la rutina no forma parte del proceso de afinación. Será recomendable que instruya determinados músicos para una afinación seccionar antes de afinar con todo el grupo.